Geopolítica Y Economía


COVID-19 y el impacto      geopolítico

 A pesar de los esfuerzos de la OMS, cada país escogió responder a la pandemia de manera independiente. Esto nos permite comprobar quién lo está haciendo mejor y quién tiene un peor desempeño, a través de una evaluación del rendimiento político, institucional, económico, organizacional y sanitario de cada país, que será inseparable de la valoración de su nivel de liderazgo.


La pandemia, seguramente, no cambiará el mundo, pero puede contribuir a acelerar algunas de las tendencias que ya comenzaban a apuntar en la etapa anterior. Curiosa y paradójicamente, esta aceleración geopolítica podría comportar una mayor desaceleración de la globalización. Del mismo modo, el impacto del coronavirus puede contribuir a remodelar el orden global.

COVID-19, la amenaza actual más importante para los países

     

Los efectos de la pandemia han empezado a hacer más visibles a dos agentes de cambio a nivel geopolítico, fundamentales e interconectados, que ya estaban presentes antes de la pandemia. Nos referimos a la regionalización y relocalización (reshoring) y a la desvinculación o separación (decoupling).

La regionalización y relocalización estaban produciendo el regreso de empresas y medios de producción a los países de origen o próximos a ellos (desde China y otros países asiáticos). Esto es debido al aumento de los costes que ha producido el incremento de la masa salarial en los países a los que dicha producción se había desplazado, así como para asegurar el abastecimiento ante un aumento repentino de la demanda, produciendo en proximidad. Dicho proceso se vería posiblemente acentuado por la necesidad de asegurar la cercanía y acceso de los bienes considerados estratégicos, a las zonas de consumo y por la prioridad que algunos de ellos recibirán para que sean producidos en los estados originarios, evitando una dependencia crítica de otros estados.

Por su parte, la desvinculación (también se utilizan los términos separación o compartimentación) es la tendencia por la que EE. UU. pretende separar a China del acceso a la tecnología occidental y cambiar a su favor el flujo global de mercancías y financiación.

Una de las coincidencias más comunes resulta en los efectos negativos, potentes y persistentes que la crisis está ya provocando en la economía mundial.

Tras décadas de globalización creciente (en comercio, movimientos de capital y personas), parece que la tendencia ha girado hacia la desglobalización, impulsada también por la competición estratégica entre EE. UU. y China, por los efectos negativos que se estaban produciendo en determinados sectores sociales y por el papel cada vez menos relevante de la Organización Mundial del Comercio. Es decir, la tendencia a la desglobalización ya estaba presente antes de la pandemia.

Evidentemente, la amplitud y profundidad del impacto de la crisis sobre cada estado, dependerá de la situación económico-financiera en la que se encontrará antes de la misma, así como de la respuesta de los Gobiernos y las organizaciones internacionales a las que pertenezcan. En este sentido, la crisis dinamizará una tendencia que también estaba ya presente, aunque en menor medida: el refuerzo del Estado como actor fundamental y protagonista.

Por un lado, la caída en picado de los índices económicos mundiales durante las primeras semanas de enclaustramiento, provocada por la caída en el consumo y en la demanda, ha convencido a Estados y organizaciones internacionales de que la crisis económica será brutal y posiblemente duradera.



https://www.corporateexcellence.org/recurso/covid-19-y-geopolitica-primeros-impactos/9e79e525-737d-1310-6a55-18219695fe44 

https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2020/DIEEEA18_2020JOSPON_geopoliticaCovid.pdf

Adela Faya

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